Svensk Dröm!

sábado, 5 de julio de 2014

México, te extraño y te rechazo

Estuve en México tres semanas durante las cuales hubo, como siempre, gran variedad de vivencias contrastantes. Desde las muy felices que son con las que por supuesto me quedo, hasta las tristes e indignantes, esas de las que uno no se puede desafanar nunca. 

Imagina que tienes un hermano o algún familiar cercano alcohólico. Lo quieres, tiene sus buenos detalles y momentos contigo pero no quieres estar cerca de el por mucho tiempo. Esa es mi relación con México. Con lástima, México es mi hermano alcohólico y aunque lo amo como país y mi casa, no quiero estar en el. 

Durante estas semanas pasé un proceso de razonamiento y meditación profunda y muy personal en el que llegué a conclusiones obvias pero no por eso menos ciertas o lastimosas en algunos casos. Ideas que de no tener en cuenta si de regresar se tratase, tomaría la decisión incorrecta por falta de información como de forma parcial me sucedió en Dubai. Algunas de estas conclusiones son:

1. En Mexico todo es una mafia: la venta de celulares, las líneas de celulares, la droga, los microbuses, los taxis, las tiendas de abarrotes, la central de abastos, las oficinas de gobierno y el gobierno en sí mismo, la policía, las ambulancias, las empresas nuevas, las empresas viejas, las empresas, el antirrábico, los toros, los palenques, las televisoras, los periódicos, los programas de radio, las constructoras, el sistema de limpia y los que recogen la basura, las universidades privadas, las públicas, los profesores, los alumnos, limpiaparabrisas, porteros de edificios, tianguis-tianguistas-dueños de tianguis, vagoneros, algunos plomeros, los hospitales (brutalmente mafiosos), la delincuencia, walmart... 

Podría seguir, pero creo que ya tienes el punto.

2. La familia es de verdad la base de una buena sociedad. No esa familia ñoña que la televisión y movimientos de extrema derecha nos venden, no. Yo hablo de aquella que en gracia te tocó tener: con o sin padre, madre, hermanos, abuelos, o bien, esa familia en la que se convierten tus amigos. Hablo de ese círculo de confianza que se crea y cierra en torno a un pequeño grupo de individuos (a veces muy raros y chocarreros) y sobre el cual te puedes recargar siempre y siempre "hacer base" en el. Eso, querido lector, es lo que yo tengo la fortuna de tener en México y por eso soy feliz. 

3. Hay más baches que habitantes y manejar es una patada en el culo: La infraestructura del DF es un reto para cualquier gobierno que se atreva. No es un secreto y a todos nos gusta quejarnos y exaltarlo cada que podemos. Yo no soy la excepción. Me molesta demasiado el pésimo mantenimiento de las calles y avenidas de la ciudad que en muchos de los casos es simple negligencia al desempeñar la remodelación pues con el mismo material y maquinaria se pueden hacer los acabados correctos. Lo he visto en Europa, lo he visto en el Medio Oriente y lo estudié a nivel profesional; se puede. Además el tráfico de la ciudad no se ve en cualquier parte del mundo y no es ninguna gracia. Está muy carbón decidir entre tomar el metro y la micro o subirte en tu flamante auto con inyección 3.2 litros para ir a 25 km/h.

4. En México sí hay libertad de expresión. Por lo menos la inocente que en las sombras es inofensiva: la del Facebook, Twitter o de discusión de carnicería mientras te envuelven el kilo de espinazo con tuétano para el mole de olla. Todos dicen lo que quieren aquí y allá, a veces en tu cara y de forma brutal en especial los insultos de tráfico, esos te los dejan ir con todo y sin miramientos. El presidente de México es un asno iletrado y todos lo reconocemos, sabemos, aceptamos y en millones de casos a pesar de ello lo apoyamos (yo no, claro), y todos lo podemos gritar floridamente y casi seguro nada pasará.

5. La falta de cultura cívica es la razón de muchos (o casi todos) los problemas: la inmensa mayoría de los que viven (ya no me incluyo, disculpen) en la Ciudad de México son una bola de cerdos. Tiran basura sin discriminación en las calles. Hacen tiraderos de basura clandestinos en cualquier lugar y después con una imagen de la virgen los desplazan a la siguiente esquina. No respetan señales de tránsito (¿eso qué es?), ni filas, ni semáforos, ni órdenes preestablecidos. Si algo se prohíbe, con más saña se practica sólo con el muy mexicano afán de chingar y luego sonreír. Algo así como el grito de "puto" del fútbol. Se escucha mal, demuestra nuestra violencia verbal ligada de forma íntima con nuestra cultura, denigra bajo la sombra del anonimato que da la muchedumbre, la bandita, y es muy pícara. Nos encanta alardear de "la picardia mexicana" que va siempre contra corriente. No es popular mi opinión, lo sé, pero este es mi blog y se chingan 😊 -ogetes- 

6. La comida es baratísima. Incluso la preparada en "Vips" y "El Portón". Ir a un mercado es un festival de color y sabor a precios irrisorios (no, no se me cayó el pedigree). Cuando uno sale a varios lugares del mundo se da cuenta que difícilmente se encuentran precios con el sabor que hay en México. Nuestro problema, ya sabemos, es la miseria tan profunda; siendo ésta nuestro punto de referencia, claro que todo es muy caro. Pero bien podría ser peor. 

7. Sin embargo, en Mexico, no se puede comer a gusto. La comida mexicana es sin lugar a dudas la mejor de este mundo en tinieblas. No sólo cada estado, sino cada colonia o barrio tiene un platillo o garnacha con un sabor que te eleva al firmamento. Del mismo modo, cada corredor, mercado o restaurante es atacado por los cantores de norteño o de rock urbano chiflando la misma pinche canción. Luego piden la cooperación, claro, como uno les pidió su amable contribución para ambientar el levantamiento de taco. Me molesta sea cual sea la razón de fondo de su presencia. 

8. Los mexicanos somos occidentales de todos colores. Nuestra variedad étnica es impresionante. Tenemos también nuestras muy buenas güeras sabrosas, negras voluptuosas, morenitas guapachosas e indígenas de la más pura cepa. Todas en cualquier variedad. Pocos países pueden presumir esto y creo que lo compartimos con Estados Unidos, aunque nos pese. Tenemos también tradiciones que hemos heredado de nuestros antepasados (algunas ya muy anacrónicas y sin sentido) lo cual nos distingue entre otros países. Pero a fin de cuentas, somos occidentales. 

9. Los horarios de trabajo son extenuantes. Casi inhumanos. Eso sí que lo vemos en otros países: en Dubai por ejemplo la clase (muy) baja de trabajadores labora 12 horas corridas por un salario que roza en el insulto. En este grupo hay, por ejemplo, albañiles, lava coches y obreros. Bien, en México eso sucede pero con casi toda la población incluidos ingenieros, médicos y licenciados de cualquier tipo. Tenemos la sub-cultura de ponernos la camiseta y de dar el resto por una empresa que se hace rica con nuestro trabajo y a la vez se limpia la cola con nuestro esfuerzo. Los contratos en la mayoría de los casos son adornos que únicamente protegen a la empresa del empleado pero que el empleado nunca puede reclamar. 

10. Extraño a México. Mis 9 puntos anteriores más miles que seguro no escribí hacen que la decisión entre volver o no sea muy difícil. Mi deseo es volver y cooperar a que las cosas cambien como lo ha sido el de muchos que lo han hecho y desertado para volver a huir. México es un país que atrae y ahuyenta a la vez. Te besa y te madrea, te tira y te levanta.

Si algún amigo lee esto y no pude verlo, de nuevo ofrezco una disculpa. No caben las excusas, siempre y llanamente no se pudo. Pero he de volver... 

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